sábado, 19 de febrero de 2011

La fuerza de un pueblo

La fuerza de un pueblo

Viernes seis de la tarde del día once de febrero del 2011. Como casi todos los días de la semana que voy al instituto, es la hora de llegada a casa, dónde me espera una buena merienda en compañía del televisor. Pongo las noticias y me alegro al ver que por fin, después de tantos días de protestas, el presidente egipcio Hasni Mubarak decide abandonar el poder y dejarlo en manos del ejército para supuestamente después pasar a unas elecciones democráticas que dejen en manos del pueblo egipcio la decisión final sobre su futuro. Pero para llegar aquí no ha sido nada fácil, hace más de un mes que los egipcios salen a la calle para manifestarse pacíficamente en contra de la dictadura de su presidente que hace treinta años que dura. Durante este tiempo de protestas, la vida en El Cairo, capital de Egipto, se paraliza por completo; restaurantes, comercios y muchos servicios públicos dejan de funcionar provocando el caos en la población. En los primeros días de protestas, la policía carga duramente contra los manifestantes, hay muertos y heridos debido a la contundencia con la que se emplean las fuerzas de seguridad intentando asustar a los manifestantes y pensando equivocadamente que podrían parar las protestas y que todo volvería a la normalidad. Mientras, el presidente parece ajeno a los hechos y su discurso se vuelca en explicar al pueblo como va a castigar a los incitadores de la revuelta. Mientras van pasando los días, van aumentando las voces de una posible retirada del dictador que todos atribuyen al desgaste provocado por las protestas de la población. Y por fin, llegamos al día de hoy, como he dicho antes, once de febrero del 2011, un día histórico para los egipcios que pueden empezar a soñar con una democracia que nunca han tenido.

Ahora entiendo las palabras del presentador de televisión  en las que habría su retransmisión con estas palabras” la fuerza de un pueblo”.


Pau Maestre



jueves, 3 de febrero de 2011

¿Hasta cuando?

¿Como puede ser que en pleno siglo XXI haya gente que tenga que arriesgar su vida para poder sobrevivir dignamente? Esta pregunta me la he hecho cientos de veces y nunca he encontrado la respuesta. Me da mucha pena escuchar en la televisión las noticias que día tras día anuncian la llegada a nuestras costas de pateras cargadas de personas en busca de una oportunidad para salir de la miseria, por no hablar de aquellos que no son tan afortunados y desgraciadamente nunca llegan a su destino. Yo no tengo la solución para esto, pero a veces pienso, quizás por mi corta edad, que no tendría que ser tan difícil encontrar una solución para que esta gente no tuviera que marcharse de sus países y pudieran ser felices en sus casas, porque, sinceramente, me pongo en la piel de ellos y solo de pensarlo...



Pau Maestre