En un oscuro pasillo te encontré,
estabas tan débil que tus ojos no me miraron,
y tus labios secos no pronunciaron
ni una palabra que sanara mi alma.
Me recosté a tu lado, esperé en vano
el calor de tu mano, busqué tu sonrisa de caramelo,
pero una lágrima tuya rodó hermosa por tu mejilla,
la tomé con el dedo y me la llevé a la boca.
Quiero hacer mía esa pena de tu alma,
para dormir contigo las noches amargas.
La lágrima se alojó en mi corazón,
se encontró con mis penas viejas, se hicieron amigas.
Ahora mis ojos lloran de los tuyos,
ahora mis lágrimas llevan un trozo de ti
y humectas mis pupilas cada vez que te miro
y la lágrima tuya te reconoce, te extraña,
entonces se asoma pues quiere volver contigo,
tu no la miras, sigues tu camino
y la lágrima llora dentro de los ojos míos...
Flancito
Flancito
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