Os voy a contar una historia que me ocurrió hace unos meses y que hasta ahora no me he atrevido a explicar a nadie, quizás por miedo a la reacción de la gente que escuche mi relato, o quizás porque ni yo mismo estoy convencido de lo que realmente me sucedió. Era un miércoles por la tarde, como todos sabéis, este día hacemos media jornada en el instituto y aproveché para dar una vuelta en bicicleta por los alrededores de mi pueblo e intentar ponerme un poco más en forma. Realicé una ruta que normalmente practico y que me gusta mucho, con subidas duras y bajadas pronunciadas y muy divertidas. Pero no todo iba a salir redondo esa tarde, cuando iniciaba el camino de vuelta a casa, la rueda delantera de mi bicicleta se descinchó totalmente provocándome un gran susto, pues estuve a punto de dar con las narices en el suelo. No me quedaba mas remedio que arreglar el reventón, es decir, canviar la cámara de la rueda y volver a hincharla, una tarea fácil que en cinco minutos iba a solventar. La sorpresa saltó al echar mano a los bolsillos del mallot y comprobar que había olvidado los recambios en casa, no me quedaba mas remedio que volver andando. ¿I el móvil? pensé mientras una sonrisa se apoderaba de mi rostro. ¡Mierda, exclamé! no hay cobertura, siempre igual, maldito teléfono, cuando realmente lo necesitas te deja tirado. Sin mas lamentos, puse rumbo a casa, cuando de pronto oí un fuerte ruido, parecido al de los pistones de las atracciones de las ferias y el cielo se iluminó como si fuera de día. El miedo se apoderó de mí y me paralizó totalmente, no podía moverme y eché a llorar, sí, a llorar ya me gustaría veros a vosotros en una situación semejante. Y ahora viene la bueno, de repente aparecieron dos individuos diminutos, con una gran cabeza y unas mayores orejas e iluminados como si llevaran bombillas por todo el cuerpo; y sin abrir boca, me hicieron un gesto con el dedo, invitándome a que les acompañara. A los pocos metros y detrás de unos enormes arboles apareció una nave espacial, increíble, era lo que conocemos nosotros como un ovni. Ya os dije que no me ibais a creer, pero esto no me preocupa ahora. Subimos a la nave, y una vez allí me ofrecieron comida y bebida, al mismo tiempo que la nave arrancaba motores y se disponía a despegar; pensé que nunca mas volvería a ver mi familia y amigos, pero de repente la nave aterrizó y los extraterrestres me invitaron a bajar, a mi y a mi bicicleta, y cual fue mi sorpresa al ver que estaba en mi pueblo, en un campo que hay detrás de casa. Los individuos se despidieron con un gesto con la mano y se marcharon rumbo... ¿ a donde? Los días siguientes pregunté por el pueblo si alguien havía visto algo de lo sucedido, pero nadie supo decirme nada, era como si hubiera vivido un sueño, un bonito sueño
¿Os atreveríais vosotros a explicar algo así?.
Pau Maestre
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