De aquella espantosa noche guardo pocos recuerdos, aunque tampoco hago muchos esfuerzos para intentar recordar lo sucedido, supongo que lo mejor en una situación así, es olvidar cuanto antes mejor y pasar página para volver a la normalidad. Me explico, era un viernes por la noche y siguiendo la rutina de cada semana, Marta, Juan y un servidor, Luis, habíamos salido a disfrutar la noche, primero en un bar musical y mas tarde en una discoteca de las afueras de Barcelona. Nos lo pasamos en grande bailando en la pista y las horas pasaron volando. A las cinco de la mañana, hora habitual de iniciar el camino a casa, salimos de la disco y mientras Juan fue a buscar el coche al parking, Marta y yo aprovechamos para ir tranquilamente al servicio sin imaginar lo que se nos esperaba a continuación. Al salir de los lavabos, Juan todavía no había llegado, y empezamos a preocuparnos un poco.
-María: ¿No tendría que estar ya aquí?
-Luis: Supongo que sí, pero ya sabes como es Juan, se despista hasta con una mosca que pasa volando.
-María: ¡Si pero el problema es que a esta hora no hay moscas!
-Luis: Para ser tan tarde, veo que conservas el humor, sigue así
-María: Vamos a buscarle, se debe haber quedado dormido en el coche.
Nos dirigimos hacia el aparcamiento y la sorpresa fue mayúscula cuando vimos que no había ni rastro del coche y lo más preocupante, que Juan tampoco estaba. ¿Pero como podía ser que nos hubiera dejado plantados? Sin tiempo a reaccionar se nos acercaron unos jóvenes:
-¿Buscáis al chaval del Ibiza negro?
-María: Sí, le estamos esperando para marcharnos pero no aparece
-Pues no busquéis mas, se ha marchado con tres hombres que por cierto no tenían muy buena pinta, a nosotros nos ha dado mala espina.
Quedaba claro que algo grande y feo estaba pasando, y en seguida llamamos a la policía. En cinco minutos los agentes estaban en la disco haciéndonos preguntas y mas preguntas e intentando resolver un caso que yo resolví en un plis-plas cuando de pronto me sobresalté al oír a mi madre exclamar:
-¡Juan, despierta, que ya ha sonado el despertador, llegarás tarde al instituto!
¡Fin de la pesadilla, ufff!
Pau Maestre
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